1. Prueba los juegos de mesa y de cartas: ¿recuerdas las tardes cuando nos reuníamos en una casa, con la bolsa de patatas fritas, la música de la radio de fondo y las cartas esparcidas salvajemente en la mesa? ¿Por qué no revivir los viejos clásicos? Si quieres, puedes sacar ese juego que tienes desde hace tantos años y que tanto te gustaba. Completamente analógico, sin ayudas digitales. Tal vez los niños levanten la cabeza y dejen de lado sus tabletas o teléfonos móviles.
2. Monta un campamento en el jardín/terraza: unas vacaciones de aventura en casa. ¿Por qué no sacar el equipo de camping, preparar deliciosos bocadillos y dormir bajo las estrellas? Siempre que el tiempo lo permita, claro. Esto es muy práctico porque no tienes que guardar las cosas en el coche, y si te has olvidado algo importante, como un peluche para dormir, es fácil sacarlo enseguida de la habitación de los niños. Si quieres, puedes montar un pequeño fuego o cocinar en la barbacoa, hacer un teatro de sombras junto a niños o contar historias de terror. Una experiencia para grandes y pequeños.
3. Pinta un cuadro: ¿quizás el indeseado tiempo muerto estimula tu imaginación? ¿Por qué no sacas una caja de pinturas y te desahogas en un lienzo o en una hoja de papel? La alegría, la ira o la rabia siempre encuentran su camino hacia la superficie a través de los colores. Si el resultado te gusta, puedes colgar el cuadro en cualquier pared. Libera tu Picasso interior y verás a dónde te lleva.