1. Limpiar la piel
La piel debe limpiarse, sin excepción, todas las mañanas y todas las noches. Y para ello se puede utilizar un fluido, una crema limpiadora, una agua micelar, espuma, jabón, gel, toallitas o un bálsamo suave.
Consejo Müller: el primer error suele producirse al secarse el rostro. Cambia regularmente la toalla que utilices para evitar que se depositen nuevas bacterias en tu piel.
2. Exfoliar
Una o dos veces por semana, la limpieza puede ser un poco más profunda, por así decirlo 'casi bajo la piel'. Esto puedes hacerlo con un exfoliante encimático, frutal, mineral o mecánico. De esta manera eliminarás las células muertas y las pequeñas impurezas que haya en la piel.