Paso 2:
Ahora es turno de las durezas.
Aquí puedes optar por varios métodos diferentes. Si, por suerte, no tienes apenas durezas, con una exfoliación te será suficiente. Por ejemplo, puedes prepararte un exfoliante casero: mezcle una cucharada de sal gruesa con una cucharada de aceite de oliva. Así obtendrás una exfoliación natural y nutritiva.
Si tus durezas son más gruesas, deberás usar una lima para pies o un cortacallos. Para evitar cortarte, es importante que tengas mucho cuidado y precaución. Cualquier persona que tenga los pies muy secos y agrietados debe acudir a un profesional, ya que el riesgo de lesiones e inflamación es alto.
Paso 3:
El cuidado de las uñas. Primero, la cutícula se debe empuja suavemente hacia atrás con la ayuda de un palito de naranjo. Te aconsejamos no cortarla, puede llevar a sufrir una inflamación.
Las uñas de los pies deben cortarse con mucho cuidado con la ayuda de unos alicates. Corta las uñas rectas, esto evitará que crezcan hacia dentro. Con una lima puedes redondear las esquinas y darles la forma deseada.
Paso 4:
¿Pies delicados? ¡La palabra mágica es hidratación!
Al igual que nuestras manos, las plantas de los pies no tienen glándulas sudoríparas y, por lo tanto, son propensas a la sequedad. Las cremas de cuidado especial, especialmente los bálsamos y el aceite de uñas para cutículas sensibles deberían formar parte de tu cuidado diario. Combinados con un masaje de pies, completan todo el ritual.
Consejo MÜLLER: aplícate crema antes de acostarte y ponte unos calcetines de algodón. Así, la crema podrá realizar su efecto durante toda la noche.